Cuando conversamos, no importa de
qué ni con quién, se activa nuestro modo pensar (consiente o inconsciente), aunque los demás no lo tengan muy claro,
porque todo lo hacemos y decimos, lo pensamos; inclusive, lo que no lo hacemos
ni decimos. Pensamos cómo va a reaccionar el otro (o no), que va a pensar después de lo que le diga, pensamos que lo
que dijimos fue lo mejor, etc., pero lo pensamos, aunque parezca que no, y
siendo sinceros, aunque no en todos los casos nos importe lo que el otro
piense.
Creo (y esto ya es mi pensamiento)
que hasta inclusive, el “sin pensar” es pensado... muy allá, en el fondo nuestro,
lo teníamos clasificado para usarlo (inconscientemente), ya lo habíamos
pensado, sólo que no lo habíamos usado.
Como primer tema, elegí este
porque, generalmente nos ponemos a pensar (en modo consciente) cuando no nos va
tan bien en la vida y es ahí en que el modo
pensar se posiciona en los primeros lugares. Ojo, no es que no pensamos
antes (creo que lo repetí varias veces), pero no nos damos cuenta. Cuando en
nuestra vida, algo no está funcionando, el modo pensar se activa para
solucionar las situaciones que aparecen, pero cuando todo anda bien, parece
esta
r en modo automático. El modo automático, no está mal, pero retrasa
nuestros pensamientos de “que va a pasar si”, para guardarlo en los archivos de
los planes B, que tal vez no lo tengamos todos.
Hay que ponernos a pensar (en las buenas) que pasa si la relación
no va a más, que pasa si en el trabajo no se dan los cambios que se deben dar,
que pasa si mañana me levanto y el gato no está, que pasa si el auto no
arranca, que pasa si…
Si sí, antes que lo digan, hay
pensamientos útiles y otros no, pero ¿Cómo saberlo (y clasificarlos como tal) si no lo pusimos en la balanza antes
para poder descartarlo?
Hay situaciones que las pensaba
antes y otras en las que dije: “No, no va a pasar por A, B o C motivo”, y hoy
las estoy pasando. Y muchas veces, no estamos preparados para reaccionar, para
tener las respuestas, para tomar la decisión y elegir entre “azul o verde”, y nos
quedamos atorados y a merced de situaciones inesperadas y hasta frustrantes.
Hay que practicar el pensar,
principalmente en las buenas, porque en las malas puede ser más difícil
encontrar “la luz” más rápido y eficaz.
¿Por qué estoy diciendo esto?
Porque sé que tienes un libro ahí esperándote. Así que, toma ese libro que
compraste (o te prestaron) y léelo ahora
que estás en las buenas, para que en las malas, tu repertorio de oportunidades
sea el mejor.
Que te vaya bien.

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